¿Está todo bien? Sí. Pero también está todo mal. Cada día hay más gente preocupada sólo por el bolsillo, cada día hay más discriminación, más manipulación de los dueños del capital sobre el individuo. Cada vez importa más no pensar y pasarla bien que comprender la realidad y ver como se puede cambiarla. Claro, es aburrido leer sobre historia, política, economía… mejor veamos a Silvina Escudero bailando en el caño. Sí, eso es cultura ahora.
Cada día más desigualdad, cada día más abusos contra los desfavorecidos, cada día más desapariciones y, lo que me mata, lo que me destruye, cada día menos gente preocupada por eso.
Sufro por la realidad, sufro por la realidad porque la entiendo o al menos la quiero entender. No sé cuanto tiempo se puede soportar algo así. Cosas que están tan mal sin que a nadie le importe. Sufro ver a la gente pidiendo en la calle, a los indígenas muriéndose de hambre, pero más sufro ver que a la mayoría de la gente eso no le importe. Claro, es más importante tener un Blackberry que evitar que muera una persona por inanición. ¡Malo comunismo, fuera de acá, no te queremos! Que no haya hambre pero tampoco Blackberrys. Inconcebible, ¡si yo trabajo para eso!
Creo que entiendo a Chris McCandless cuando decidió irse a Alaska, no fue sólo por la aventura, o para probar algo. No, seguramente se cansó de observar desigualdad en todos lados y la indiferencia del mundo. Después de todo, ¿qué queda? O te escapás o luchás por cambiar algo hasta ahogarte en la impotencia y matarte.
Hago mías las palabras del Che: “El verdadero revolucionario se mueve por el sentimiento de indignación ante la injusticia. Si usted es capaz de temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia en el mundo, somos compañeros, que es lo más importante”
Me cansé de la gente que se queja de llena, que vive bien y se queja de que el gobierno reparte algo de plata entre los más necesitados. Sin dudas en algún punto ésta es una medida clientelar, pero la gente no se queja por el clientelismo que perjudica a la política (cosa que entendería y compartiría). Se queja porque reparte, se queja porque da gratis, se queja de ENVIDIA. Y parece no entender que el precio para recibir estos beneficios es vivir en un rancho de chapa, rogar para que en la mesa haya un plato de comida y para que la policía no los mate por portación de cara. No entienden, que los envidiados deberían ser ellos. Porque viven mil veces mejor. Parece que cambiarían su nivel de vida por recibir plata “de arriba”. Otra vez la billetera, otra vez el bolsillo. Ya te dije que te fueras de acá socialismo, acá somos capitalistas y materialistas hasta las últimas consecuencias. ¿Qué son la voluntad, la ética, los valores y los ideales? Nada, sólo una cosa más que tiene precio y se puede comprar por unos billetes... o por unas monedas.
Me cansé también de la gente que se queja de que está todo mal pero no hace más que vomitar mierda sobre un teclado. ¿Y si te movés un poco para cambiar algo de todo lo que está mal? ¿Y si el cambio que querés empieza por vos? ¿O el Blackberry chat no te da respiro y te tiene muy ocupado?
Me molesta todo esto, me cansa, me satura, pero más que nada. Me duele. Me duele ver a la sociedad así. Me duele que la vida humana tengo un precio y que ese precio sea un celular, una computadora, un televisor. Me duele ver a la gente dormida, anestesiada, indiferente. Peor aún, pensar que todo esto viene a raíz de un pedazo de papel (sí, ¡es eso y nada más que eso!) al que nosotros le asignamos un valor. Nosotros mismos creamos la jaula para encerrarnos. Para ir perdiendo paulatinamente cada rasgo de humanidad que tenemos. Hacemos guerras por papel, muere gente por un papel, se arruinan vidas por papel, se separan amigos y familias por papel. Pero no, los locos son los que ven esto y tratan de hacer reaccionar a la mayoría.
Ahora que lo pienso, mi vecino nunca me devolvió la resma A4 que le presté hace dos meses, aguántenme un toque que voy a matarlo y vuelvo.
Cuánto absurdo, cuánta impotencia.
PD: Me duele Candela, me duele Luciano, me duelo Julio. ¡Por dios no más desparecidos!
jueves, 25 de agosto de 2011
martes, 2 de agosto de 2011
Con qué poco se puede hacer feliz a la gente
¿Se dieron cuenta lo poco que cuesta a veces brindarle felicidad a las personas? Un gesto, una palabra, una charla, un abrazo, un llamado, un sms. Son cosas de las cuales muchas veces por el hecho de repetirlas una y otra vez perdemos de vista su valor, pero aunque a veces nosotros no lo veamos son capaces de sacarle una sonrisa a alguien en cualquier momento.
Mucha gente siente deseos de “ayudar” de alguna forma y muchas veces no lo hacen por lo inmensa que parece la tarea, porque parece inabarcable o porque no saben de qué manera colaborar. Y sí, erradicar el hambre en el mundo no está al alcance de un individuo, pero causar una sonrisa sí que lo está. Deberíamos sensibilizarnos ante esto y tratar de tenerlo presente siempre. ¿Cómo puedo brindarles un poco de felicidad a las personas que me rodean?
Una sonrisa no es un plato de comida, no se puede vivir del amor dice Calamaro, y tiene razón. Pero, ¿cómo nos sentimos nosotros esos días en los que todo sale bien? Está en nosotros la posibilidad de brindarle un día así al prójimo. ¿Acaso eso no es ayudar al mundo (aunque el mundo sea una persona por día)?
A todos aquellos que sonríen, que saludan al entrar a un lugar o cruzarse, a los que por lo bajo cantan las canciones que suenan en sus oídos, a los que guiñan un ojo o dan una mirada cómplice por la calle… gracias por hacer de este mundo un lugar un poquitito mejor.
Y gracias Cristian, gracias Daniel, gracias Sebastián y gracias José por abrirnos las puertas de sus cabinas y hacernos pasar una tarde que no vamos a olvidar. “Sí chicos, suban”. ¡Qué fácil que es hacer feliz a alguien a veces! Tengámoslo en cuenta.
Mucha gente siente deseos de “ayudar” de alguna forma y muchas veces no lo hacen por lo inmensa que parece la tarea, porque parece inabarcable o porque no saben de qué manera colaborar. Y sí, erradicar el hambre en el mundo no está al alcance de un individuo, pero causar una sonrisa sí que lo está. Deberíamos sensibilizarnos ante esto y tratar de tenerlo presente siempre. ¿Cómo puedo brindarles un poco de felicidad a las personas que me rodean?
Una sonrisa no es un plato de comida, no se puede vivir del amor dice Calamaro, y tiene razón. Pero, ¿cómo nos sentimos nosotros esos días en los que todo sale bien? Está en nosotros la posibilidad de brindarle un día así al prójimo. ¿Acaso eso no es ayudar al mundo (aunque el mundo sea una persona por día)?
A todos aquellos que sonríen, que saludan al entrar a un lugar o cruzarse, a los que por lo bajo cantan las canciones que suenan en sus oídos, a los que guiñan un ojo o dan una mirada cómplice por la calle… gracias por hacer de este mundo un lugar un poquitito mejor.
Y gracias Cristian, gracias Daniel, gracias Sebastián y gracias José por abrirnos las puertas de sus cabinas y hacernos pasar una tarde que no vamos a olvidar. “Sí chicos, suban”. ¡Qué fácil que es hacer feliz a alguien a veces! Tengámoslo en cuenta.
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