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jueves, 1 de octubre de 2020

El año con menos abrazos en mucho tiempo

                                                                                                 24/09/2020

Pandemia, día 189

 

         Como tantes otres, yo también crecí un poco alejado de los abrazos. No sé de chico, en la infancia. Creería que en ese momento los abrazos de mamá abundaban. Pero ya más de grande, entrando y transitando la adolescencia, realmente los abrazos se hicieron exiguos. Veo mis fotos de principios de la veintena y las fotos son serias, reflejan a un ser reservado, si no distante de a momentos. Es comprensible, la adolescencia es un momento difícil, de mucha incertidumbre y cosas que se ignoran -y con razón- pero que se siente que ya se deberían saber. Sumado a eso, la tesitura del momento un poco dictaba ese talante. No lucen, en cuanto a la seriedad y la distancia que reflejan, muy distintas las fotos de esa época de mis congéneres. Especialmente de los congéneres masculinos. Algo de la construcción de la masculinidad en un momento tan incierto como es la adolescencia incentivaba el gesto recio y penalizaba fuertemente cualquier atisbo de sensibilidad. De abrazos entre amigos ni hablemos. Esta idea de masculinidad es la que hoy se intenta desmontar, aunque con resultados bastante dispares e incipientes por el momento. Esa lucha será larga.

                Toda esta introducción para decir que, durante una buena cantidad de años, los abrazos en mi vida estuvieron bastante ausentes, limitados a poco más que novias o vínculos de esa índole. Mas luego, por fortuna y virtud, la vida me fue cruzando con otras personas. Los pasillos de la por siempre amada Sociales me fueron cruzando con otras personas… y los abrazos comenzaron a florecer y multiplicarse.

Se hicieron más sinceros y cercanos, se contagiaron a amigues, familiares, compañeres de trabajo; dejaron de dividirse por sexo y de pronto el único requisito para abrazarse no era otro que sentirlo. Entre dos, o incluso todavía más comunitariamente. Incluso en medio de viajes, con extrañes con quienes nomás coincidí algunos pocos días u horas, recuerdo algunos de los abrazos más lindos y sinceros con lo que me he encontrado.

                Y así venían estos años, llenos de abrazos y cariño físico, de cuerpos que se encontraban y demostrábanse el gozo y la comodidad de hacerlo.

                Así venías estos años, hasta que 2020, pandemia, Covid-19, seis meses (y contando) de aislamiento… pero no es tanto el aislamiento tampoco. Luego de dos, tres meses de una cuarentena cumplida con bastante convicción, los puentes comenzaron a tenderse nuevamente. Con mayores o menores cuidados, discretamente o no tanto, está claro que la mayoría de la gente volvió a verse al menos con un porcentaje de sus vínculos. Pero no fue igual. Los abrazos no volvieron. Seis, siete meses de un martilleo constante sobre el distanciamiento social (ciertamente necesario, no estoy poniendo tal cosa en cuestión) performaron cuerpos tímidos, cuerpos que ya no se encuentran a gusto uno cerca del otro, miradas que se esquivan, no por desinterés, sino por evitar la alineación directa de vías respiratorias, abrazos que escasean… ¡y cómo se extrañan!

No me refiero a nadie en particular realmente, aunque un montón de nombres se me vienen a la mente cuando pienso en los abrazos que extraño. Pero no es el abrazo de alguien en concreto lo que extraño, más bien al contrario, extraño ese momento donde los abrazos no estaban reservados a aquellas personas de máxima confianza o convivientes, sino que bastaba el encuentro de dos personas con deseos se sentirse cerca, con deseos de expresar cariño fundiéndose en una.

PD: Hace muchos años una amiga me dijo que se precisaban (obvio que entre tantísimas otras cosas, ja…) cinco abrazos por día para sentirse bien, feliz. Pues qué decir, la verdad es que creo que no le faltaba razón.

lunes, 31 de agosto de 2020

Rodillas mojadas

Hay un cierto olor a tierra húmeda que se consigue únicamente en invierno. Es su firma tanto como lo son sus noches húmedas, a veces brumosas y siempre con cierto aroma a humo o algún otro tipo de combustión que remite calorcito.

Se sabe que se está en presencia de esa humedad invernal cuando se apoya la rodilla en la tierra y el pantalón se moja, aún si hace días que no llueve.

Para mí, ese especial olorcito a humedad, esa rodilla mojada en el pantalón, son todos los recuerdos de las tardes de invierno jugando en el parque. Tardes frías, tardes húmedas, tardes nubladas. Tardes quizás algo hostiles, que me veían jugar y correr, inventar pruebas y desafíos que invariablemente me divertían y mojaban las rodillas del pantalón.

Tardes húmedas de rodillas mojadas, de trepar árboles y esquivar charcos de agua y barro. Anocheceres gris azulados con ladridos de fondo. Las luces de las casas y el alumbrado público marcando la hora del regreso. Al calor hogareño, a la merienda en la cocina, a sentir las rodillas húmedas bajo la mesa y presionar más el pantalón para sentirlo mejor.

Esa humedad invernal es mi niñez. Esas rodillas mojadas siguen mojadas aún hoy, aunque jueguen menos y sea más en mi mente. Esas rodillas mojadas... se extrañan bastante de a momentos.

También la sencillez de cuando los mayores problemas a abordar eran las rodillas mojadas del pantalón.

domingo, 30 de marzo de 2014

La felicidad es un tren (¿no es verdad, señor Sopeña?)


Feliz, feliz, feliz. Por visitar a la familia; por el verde; por el asado; por compartir unos mates; por viajar en el Belgrano; por un buen libro; por Nicaragua y tiempos de esperanza; por pensar en vos; por el olorcito a otoño que puebla las calles. 

Porque sí… ¿Por qué no?

domingo, 15 de diciembre de 2013

Fragmentos sueltos de pensamiento en una noche de verano


-Caminar descalzo por la ciudad tiene algo de transgresor que lo hace muy liberador y placentero.
-Quiero aprender a tocar la guitarra y a dibujar.
-Quisiera poder escribir más seguido.
-Me gustaría conocer a alguien con quien pudiera recostarme, mirar el cielo y hablar poco. Que no tenga miedo al silencio ni al autoconocimiento que este implica.
-Quiero ir de camping a Punta Indio.
-Quisiera que hubiese trenes a lugares recónditos y poco poblados.
-Quisiera que se viesen más estrellas en el cielo de Buenos Aires.
-Me encanta la brisa fresca que me está pegando y que me genera escalofríos.
-Acabo de ver una estrella fugaz por primera vez en mi vida.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Contradicciones

Dormir, despertarse temprano, mates, perder tiempo, no tener tiempo, negación, optimismo, resignación, atardecer, río, parciales, apuntes, descalzarse, viento, amigos, conocidos, noche, soledad, companía, caminar, Sui Generis, una mina que me parte la cabeza, pizza, cerveza, preocupación, libertad, ilusiónes, desencantos...

En una palabra, felicidad. O al menos un momento.

Me gustaría tener un día entero, sólo para saber si puedo cansarme de mirarte.

martes, 2 de agosto de 2011

Con qué poco se puede hacer feliz a la gente

¿Se dieron cuenta lo poco que cuesta a veces brindarle felicidad a las personas? Un gesto, una palabra, una charla, un abrazo, un llamado, un sms. Son cosas de las cuales muchas veces por el hecho de repetirlas una y otra vez perdemos de vista su valor, pero aunque a veces nosotros no lo veamos son capaces de sacarle una sonrisa a alguien en cualquier momento.

Mucha gente siente deseos de “ayudar” de alguna forma y muchas veces no lo hacen por lo inmensa que parece la tarea, porque parece inabarcable o porque no saben de qué manera colaborar. Y sí, erradicar el hambre en el mundo no está al alcance de un individuo, pero causar una sonrisa sí que lo está. Deberíamos sensibilizarnos ante esto y tratar de tenerlo presente siempre. ¿Cómo puedo brindarles un poco de felicidad a las personas que me rodean?

Una sonrisa no es un plato de comida, no se puede vivir del amor dice Calamaro, y tiene razón. Pero, ¿cómo nos sentimos nosotros esos días en los que todo sale bien? Está en nosotros la posibilidad de brindarle un día así al prójimo. ¿Acaso eso no es ayudar al mundo (aunque el mundo sea una persona por día)?
A todos aquellos que sonríen, que saludan al entrar a un lugar o cruzarse, a los que por lo bajo cantan las canciones que suenan en sus oídos, a los que guiñan un ojo o dan una mirada cómplice por la calle… gracias por hacer de este mundo un lugar un poquitito mejor.

Y gracias Cristian, gracias Daniel, gracias Sebastián y gracias José por abrirnos las puertas de sus cabinas y hacernos pasar una tarde que no vamos a olvidar. “Sí chicos, suban”. ¡Qué fácil que es hacer feliz a alguien a veces! Tengámoslo en cuenta.

domingo, 17 de julio de 2011

Las pasiones

Racing, viajar, los trenes, la música, el amor, la amistad. Que triste sería mi vida sin estas cosas.

¿Cómo se valoran? ¿Cuánto valen las experiencias que uno vive gracias a sus pasiones?
¿Cuánto cuesta una tarde al sol tirado en una plaza? Mirando el cielo, los árboles, los trenes pasar, la gente charlando, sonriendo? ¿Cuánto sale sentirse feliz?

No quiero caer en eso de reinvindicar la vagancia otra vez pero, ¿cómo vas a comparar un laburo con una pasión? ¿Tan loco estoy? Bueno, me encanta en todo caso.
Por favor, no caigamos en la rutina, en el costumbrismo, en la moda, en el imperio de la imagen. No forcemos nuestra personalidad para encajar.

Una sonrisa, la amabilidad, la buena onda; abre muchas puertas. Las pasiones producen justamente esas cosas que abren puertas. ¿Quiéren sentir que tienen suerte? ¿Qué las cosas se "dan"? Convencimiento y pasión, y las cosas llegan. Por lo menos a mi me pasa eso. Tal vez sea un tipo muy afortunado, o esté teniendo una buena racha, no lo sé; pero hace rato que me funciona.
Creo que lo más importante de todo esto, lo que realmente se puede sacar en limpio (el resto son cosas que me pasan a mí) es no dejarse bajonear. A la suerte hay que ayudarla dicen. Yo digo que a la suerte hay que buscarla, y durante ese proceso las cosas se nos van a dar. Pero entonces no será por la suerte, será por nuestra iniciativa. Y de pronto dejamos de depender de la suerte...¡magia!

Hoy me dijeron que las oportunidades siempre llegan cuando uno las busca... SIEMPRE.
Gracias a los viajes, a los trenes, a los amigos, a la música e incluso a La Acadé que siempre logra inmiscuirse en mi vida.
¡Gracias a mis pasiones, el finde estuvo muy bueno!

sábado, 12 de marzo de 2011

Reflexión bajo las estrellas

12/03/11 2:25 AM

Voy a ser redundante, voy a repetir que me gusta salir de noche. Momentos como éste, madrugadas de verano, son especiales para salir a disfrutar de una caminata a la luz de la luna o contemplar el cielo nocturno y nada más dejarse llevar. Que los pensamientos incoherentes marquen el rumbo, eso es relajarse.

Y hoy estoy ambicioso, hoy pretendo encontrar el sentido de la vida, o de mí vida al menos. Y me atrevo, y me creo que lo encontré, y lo peor de todo es ¡que no soy original! Es que yo creo que el sentido de la vida es el sentido que uno le da. Esto me hace acordar a una tira de Mafalda (soy un gran admirador del trabajo de Quino por cierto).



Y esta historieta es genial, porque es real. Si esto no te puso a pensar sobre qué sentido tiene tu vida discúlpame, pero no tenés alma, o ganas de vivir o como quieras decirle, te falta algo importante.

Me fui por las ramas, volvemos a la historieta. Y la verdad es que yo veo un montón de gente que se podría identificar con la historia y me siento triste por ellos. Tal vez sea presuntuoso de mi parte, tal vez ellos son felices, sea como sea, es lo que me pasa por la cabeza.

Y volvemos a mi vida, que al fin y al cabo era de la cual iba a revelar el sentido. Yo encontré, a través de la “simple” experiencia de vivir la vida que el sentido es lo que a uno le importa. El sentido de la vida es egoísta si se quiere. No estamos acá para perdurar la raza, ni para acercarnos a Dios o para lograr el éxito material. Estamos para disfrutar. ¿Cómo? cada quien tiene su manera. Yo soy feliz ahora, escribiendo a la luz de las estrellas, soy feliz viendo a Racing, soy feliz cuando viajo en tren o cuando conozco nuevos lugares. Soy feliz caminando sin prisa por las calles de Buenos Aires (¡hermosa ciudad!) o leyendo sobre algún tema que me interese. Soy feliz cuando me enamoro, pensando que sí, que esta vez encontré a la persona para mí, y que nunca voy a dejar de amar.

Yo soy feliz así, entonces ¿qué puede esperar una persona que me dice que lo importante de la vida es trabajar, porque da libertad y opciones? Si te pasas 8 horas por día, a menudo sintiéndote miserable. Llegás a tu casa cansado, sin ganas de hacer nada, estresado… ¿sos feliz? Si la respuesta es no entonces no me quieras vender tu fórmula para la felicidad o el correcto transitar de la vida, ¡porque no funciona!
Prefiero vivir sin opulencia, apenas con lo justo, pero lo menos dependiente posible del sistema. Que estar lleno de lujos pero sin poder escapar de tu vida, porque te escapás y los pagos te persiguen.

A eso se resume todo, el único sentido que le encontré a la vida es de disfrutarla. ¿Cómo?, de nuevo, eso lo decidís vos.

PD: Quiero leer esto dentro de 20 años, a ver cuánto cambió mi perspectiva de la vida. Personalmente, espero que no haya cambiado.

2:57 AM

miércoles, 2 de marzo de 2011

Ferrovías, 01:00 am

Me gusta viajar de noche por Buenos Aires, me gusta la poca gente con la que te cruzas, me gustan los transportes semi-vacios, me gusta la paz que da el saberse caminando solo por la calle. Me gusta mirar por la ventana y pensar mil cosas sin estar escuchando ruidos molestos. Me gusta que la gente de noche tenga menos apuros, sea más amable. Si puedo viajar de noche lo hago, a veces me retraso a propósito solamente para ello. Me gusta que a la mayoría no le guste, porque me da mi espacio.

Son pocos los momentos donde tengo más lucidez creativa que cuando estoy viajando casi solo en un colectivo o un tren. Entonces se me hace tan fácil pensar, tan fácil reflexionar o tan siquiera fantasear con lo que quiera.

Me gusta llegar tarde a la estación de Del Viso y caminar por la banquina de la ruta los 4 km que me separan de mi casa, escuchando música o escuchando al mundo. Me gusta desafiar a esa inseguridad de la que tanto hablan, demostrarles que no te van a robar por más que un diario se empecine en convencerte que sí.

Lo que la gente no entiende es que viajar de noche es un placer para mí, es una pausa en mi vida. Y con el ritmo que tiene la vida ahora, ¿cuánto cotiza una pausa?
Finalmente; me gusta… no, me encanta. Haber podido encontrar este deleite en algo tan mundano y común como es viajar en estos días.

PD: Me encanta que viajar de noche haya inspirado este post.

jueves, 6 de enero de 2011

There is a pleasure in the pathless woods,

There is a pleasure in the pathless woods,
There is a rapture on the lonely shore,
There is society, where none intrudes,
By the deep sea, and music in its roar:
I love not man the less, but Nature more,
From these our interviews, in which I steal
From all I may be, or have been before,
To mingle with the Universe, and feel
What I can ne'er express, yet cannot all conceal.

by Lord George Gordon Byron


Con éste poema comienza la película "Into the wild", fue verlo y quedar maravillado. Simplemente es así, yo soy así, yo soy eso.

Y traigo a colación este poema porque con él también va a empezar mi viaje. Me voy a mochilear por el mal llamado "Sur" (a ver, sur es Santa Cruz, sur es Tierra del Fuego, Neuquén no es Sur, a lo sumo Sudoeste). Bariloche, Villa la Angostura, Villa Trafúl, San Martín de los Andes, El Bolsón y espero que muchos lugares más serán visitados por nuestros pies. Un viaje con fecha de salida pero gracias a dios no de llegada. Una cuenta pendiente desde siempre que por fin se salda. Un deseo de años. Por el lugar, por lo que implica, por las experiencias que va a traer, por todo eso espero este viaje desde hace años. No importa lo que pasé allá, no voy a dejar de disfrutarlo.

Felicidad, ansiedad, expectativa, hasta un poco de cagazo. Una mezcla sensacional. Me fuí a vivir gente, un abrazo a todos!


Traducción del poema por mí, disculpen si ven algún error

Existe placer en los bosques inexplorados,
Existe éxtasis en una costa solitaria,
Existe sociedad, donde nadie perturba,
En el océano profundo, y música en su rugido,
No amo menos al hombre, sino más a la naturaleza,
De todas esas entrevistas, donde robé
Por todo lo que puedo ser, o todo lo que fui
Por mezclarme con el Universo, y sentir
Lo que nunca podré expresar, ni tan siquiera a pleno concebir.


PD: Para aquellos que también se sientan identificados con este poema y que les guste viajar lejos de todo recomiendo que miran la película.

martes, 1 de junio de 2010

Esos raros momentos de perfección

-->Hace cosa de unos días y de la nada me vino esta frase a la cabeza. Ok, no es la mejor frase jamás escuchada ni va a entrar a un libro de citas y hasta probablemente yo no sea el primero en conjugar esas 5 palabras de esa manera, pero me hizo pensar.


Una victoria de Racing en la Bombonera con fiesta en la tribuna incluida e irme caminando por la Boca gritando eufórico.

Unos arrumacos en pleno salón de los pasos perdidos de la facultad de derecho.

Una cena a la luz de las velas con una novia, mirando al mar y con una tormenta encima de él que hacía que las nubes se iluminaran con los relámpagos dando un efecto de la puta madre. Después una caminata por la playa y hacer el amor debajo de la carpa de un balneario. Una noche perfecta.

El primer te amo de una relación.

Una tarde de sol en el parque de los niños con buena compañía y poca gente alrededor.

Una tarde solo a la vera del Nahuel Huapi.

Un tiempo para pensar.

Poder dar rienda suelta en la soledad de mi casa a la euforia que me agarra al escuchar ciertas canciones.

Esas charlas que salen excelentes cuando te estás enamorando de una persona.

Una noche en la reserva de Puerto Madero, sentados mirando al río bajo la luz de la luna, besándonos.

Un “tío te amo” de una sobrina de 3 años.

Esos buenos libros!



Son algunos de los momentos de mi vida que me vienen a la mente cuando pienso en esos raros momentos de perfección.

Desde luego mis distinguidos lectores siéntanse libres de compartir sus momentos de perfección si lo desean.

sábado, 25 de abril de 2009

Perspectivas II + Mi sueño



Como es lógico creer, si anteriormente postie fotos desde la visión de un ser pequeño, ahora toca una vista mayor, más abarcativa.


Pero hay un tema con estas últimas fotos... resulta que tuve la suerte de sacarlas al mismo tiempo que cumplía uno de mis grandes sueños, Volar.

Le estoy muy agradecido a la persona que me llevo, gracias hermano. Por fin!

Un nuevo camino parece que se abrió y transitarlo pinta interesante.







Que lejos quedaron las fotos anteriores ¿no? No las separan mas de 300 metros, y aún así son mundos diferentes.

Al menos a mí, me pone la vida en perspectiva.

viernes, 13 de febrero de 2009

Mandato social





Una pregunta señor lector, ¿como lo afecta el "mandato social" a usted? ¿Se deja ganar por las costumbres o se comporta como le place?

¿Me permite una pregunta más? ¿Cuándo fue la ultima vez que se trepo a un árbol? Era nuestra mayor aventura de chiquitos, no puede ser que de repente nos haya dejado de interesar.

¿O acaso nos interesa pero la acción esta tan asociada con la niñez que un adulto no puede hacerlo sin sentirse avergonzado?

Como este mil ejemplos, y es que el mandato social es realmente un monstruo que nos debora poco a poco.