martes, 11 de febrero de 2025

¿Qué traerán estos días y noches?

 

26/01/2025                                      13:01                                    DRAKE DAY

                Al mejor estilo Quesada, sigo aún con unos mates -ahora horribles- de la mañana. Son horribles, pero hablan de una mañana con tiempo y por eso me gustan. Estuve leyendo, primero “¿Vos me querés a mí?” de Romina Paula y luego este cuaderno. Me gusta como escribe Romina, se siente muy cercano. Me dieron ganas de entrar a casas nuevas, con historias, con habitantes más bien ancianos que hablen de otra época y te muestren cosas que no conocés o no esperabas encontrar. Como cuando en el colegio ibas por primera vez a la casa de algún amiguito nuevo y era todo un nuevo universo que se abría, una casa distinta con otra distribución de espacios (“¿dónde es nuestro espacio para jugar?” te preguntabas, y preguntabas), un jardín distinto donde había que descubrir los escondites y sopesar las posibilidades de diversión que encerraba cada rincón. Tengo ganas de algo así, de explorar una casa nueva, pero con mucha historia e historias. La mente me dibuja una casa en el campo, un horizonte llano y verde. Una ruteada y visitar a alguien.

               Siento que al final, lo que deseo es un aire nuevo, esa sensación de incertidumbre y descubrimiento. Tiene mala fama la incertidumbre, en general. Una connotación negativa. A mí me pasa también eso con algunos aspectos de ella, pero más en general, es un sentimiento que percibo como positivo, es la potencia de todo lo que puede ser, es la existencia de un camino que te mueve de aquí a allá (elijo a propósito no decir “adelante-atrás”), la puerta abierta que evita el encierro. Sí, es cierto, la incertidumbre también puede ser encontrarte con un presidente dando un discurso que atrasa 70 años y da una profunda, profundísima vergüenza. Es eso también. Aún así prefiero la potencia de lo incierto a la mansedumbre de lo conocido. Qué, por otro lado, es no más que una ficción si uno le da a la historia el tiempo suficiente para desarrollarse. No se puede ser conservador por demasiado rato, eventualmente el tiempo histórico te supera, quiéralo uno o no. Es como tapar el sol con la mano, efímero. Así pues, mejor entrenarse en saber manejar lo incierto, que es la materia prima más abundante de todas. La pelea -quizás- palmo a palmo con la estupidez, como alguna vez dijo Alberto (que no es Alberte, el nuestro).

               La lectura de este cuaderno y sus múltiples anotaciones de 2022 durante el extravío total y completo de rumbo vital, y de 2023 cuando comienza a aparecer un rumbo, pero entre un mar de dudas, me hace ver cuánto me he movido desde allí hasta aquí. Clamaba por retomar las noches de goce, donde comerme la cabeza intentando encontrar un futuro no fuese la acción protagonista de las mismas. Ahora deseo volver a mi hogar y encontrarme nuevamente con ellas. Ahora con un camino que seduce e ilusiona, que abre a su vez mil caminos en cada paso, que hace florecer la incertidumbre de todo lo no conocido. Ahora que estoy renunciado, tanto figurada como literalmente a la vida anterior, ¿qué traerán esas noches de hogar? ¿Serán lo que eran a los 25, bautizadas como “las noches donde nada importaba”, y no pensaba ni en el día siguiente, casi? Supongo que traerán más madurez -sería lo lógico- pero me entusiasma mucho vivirlas. Entiéndase, para el momento en que estas líneas están siendo escritas, debo rastrear al menos hasta 2019 (y ni siquiera estoy de eso seguro) para encontrar un período que no tuviese esta tónica.

               ¿Qué traerán estos nuevos días, esta nueva vida? Ojalá incluya casas nuevas, historias y escondites novedosos, horizontes amorosos y el dulce olor a tilo de las noches de verano.

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