Me gusta viajar de noche por Buenos Aires, me gusta la poca gente con la que te cruzas, me gustan los transportes semi-vacios, me gusta la paz que da el saberse caminando solo por la calle. Me gusta mirar por la ventana y pensar mil cosas sin estar escuchando ruidos molestos. Me gusta que la gente de noche tenga menos apuros, sea más amable. Si puedo viajar de noche lo hago, a veces me retraso a propósito solamente para ello. Me gusta que a la mayoría no le guste, porque me da mi espacio.
Son pocos los momentos donde tengo más lucidez creativa que cuando estoy viajando casi solo en un colectivo o un tren. Entonces se me hace tan fácil pensar, tan fácil reflexionar o tan siquiera fantasear con lo que quiera.
Me gusta llegar tarde a la estación de Del Viso y caminar por la banquina de la ruta los 4 km que me separan de mi casa, escuchando música o escuchando al mundo. Me gusta desafiar a esa inseguridad de la que tanto hablan, demostrarles que no te van a robar por más que un diario se empecine en convencerte que sí.
Lo que la gente no entiende es que viajar de noche es un placer para mí, es una pausa en mi vida. Y con el ritmo que tiene la vida ahora, ¿cuánto cotiza una pausa?
Finalmente; me gusta… no, me encanta. Haber podido encontrar este deleite en algo tan mundano y común como es viajar en estos días.
PD: Me encanta que viajar de noche haya inspirado este post.
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